• Ser el menor de cuatro hermanos varones, nunca me había traído nada bueno en la vida. Sólo disgustos. De niño, heredaba de mis hermanos mayores, sus ropas, sus juguetes, sus útiles escolares y soportaba sin poder defenderme bien por ser el más chico, las órdenes, los maltratos, incluso las palizas que solían darme mis hermanos cuando usaba sus cosas, cuando hurgaba en sus cajones, o bajo sus colchones o sin querer les rompía algo. Pienso que me detestaban porque siendo el benjamín de la familia era el más mimado y protegido por mis padres. . Pero fue mi detestado hermano Lorenzo el que me trajo la experiencia más linda de mi primera juventud. Paso a contar.

    Mi situación de inferioridad empeoró cuando mis dos hermanos mayores se fueron a vivir a Italia para trabajar. Luego murió mi papá. Eso ocurrió cuando yo tendría unos diez años y en mi casa quedamos los dos hijos menores:con mi mamà. Lorenzo, que me llevaba cinco años y medio, y yo, Mariano, el menor.

    Mi hermano Lorenzo, se apropió desde entonces de mi vida: me mandaba, me imponía obligaciones, se reía de mis torpezas manuales: “sos un inútil” solía decir luego de que me hubiese obligado a hacer algo técnico o manual para el que no estaba yo muy preparado. Inútil, retardado, nene de mamá ,boludo ,etc. Etc. eran sus “elogios” Los repetía una y otra vez para mortificarme y cuando llorando y frustrado corría yo a los brazos de mi madre para que me consolara y defendiera, mi hermano me decía después cosas irreproducibles.” Mariquita, Maricón, Marica”. Palabras proféticas…

    Pero todo cambió, para bien, el día que Lorenzo le dijo a mi madre que había ganado una beca para seguir la carrera militar, y la verdad que eso le venía como anillo al dedo: tenía y tiene aún alma de guerrero, es mandón, arrogante, disciplinado, frio, dominante. O sea que mi hermano Lorenzo era un milico de alma. Y yo feliz de que se fuera.

    El alejamiento cambió nuestra relación: no sé si por la instrucción militar, la distancia, la disciplina o porque ahí nos dimos cuenta que nos extrañábamos. El vivía toda la semana en su colegio militar y yo me había quedado solo con mi mamá que trabajaba todo el dia. Uno extraña a veces lo malo conocido. Y yo creo que ahí me di cuenta que Lorenzo no era tan detestable y que yo como mocoso consentido, rebelde y travieso lo provocaba. Desde su partida lo empecé a echar de menos. No tenía con quien pelearme ni a quien mandar a la mierda. Creo que a él le paso lo mismo….

    En unas visitas de fin de semana que hacía a nuestra casa, Lorenzo empezó a traer a un compañero. Nos lo presentó y casi muero de amor al verlo. El chico era flaco alto rubio de ojos celestes, de sonrisa fácil, simpático, agradable. Me trataba bien Mi madre lo recibió con gusto y quedó encantada de la educación y de los modales de Marcos Balseiro.

    Yo tenía unos trece años, casi catorce creo y al principio Marcos me hablaba como se habla a un chico, me preguntaba de qué cuadro era en el fútbol, en qué año estaba, cuál era mi jugador favorito, que música escuchaba. El era del sur de la provincia de Córdoba, en el centro de la Argentina, de una ciudad muy progresista, San Francisco. Con tal de que me hablara y me prestara atención, yo contestaba sus preguntas y lo miraba como con esos ojos de huevo, como vaca enamorada: (o mejor de novillito enamorado). El muchacho me fascinaba. A mi ya me gustaban los chicos, pero trataba de borrar esos pensamientos porque sabía que no estaba bien. Había palabras muy feas para referirse a esos hombres a veces afeminados: otras, completamente masculinos, que gustaban de otros hombres. Me las había gritado en la cara Lorenzo, desde siempre. Aún antes de darme cuenta yo de mi condición sexual. Yo no quería convertirme en alguien despreciado por todos como el hijo del vecino de enfrente, al que todos llamaban maricón. Ahí viene el puto ….. Pobre Jorgito, un chico bueno y estudioso algo afeminado. ¡ cómo se burlaban de él.¡¡¡ Comilón le decían y no porque fuera de mucho apetito, sino porque le gustaba la pija, comer una pija de macho, pienso.

    Yo me convencía a mi mismo, me decía por ejemplo, que el hecho de que me gustara Marcos no era ser maricón. Que mi corazón latiera fuerte cuando tocaba el timbre de la casa o cuando me daba regalos pequeños e inocentes, estampillas, una lupa para verlas bien, un compás para trazar las figuras que me encantaban, hasta un cometa que en Buenos Aires se llama barrilete Todavía hoy recuerdo ese barrilete con los colores de Boca Juniors que se me terminó enganchando en un cable de alumbrado .

    El amor que sentía un adolescente como yo, el amor nefando de un chico que gustaba de otros chicos, era en ese entonces vergonzante, una “perversidad” condenada por la religión y por la sociedad algo para esconder. Yo lo sabía: había aprendido desde temprano a disimular. Nadie tenía que saberlo. Era de vida o muerte. De eso no había que hablar, ni contarle a nadie.

    A veces escuchaba a los adultos, mi madre por ejemplo hablando con alguna de sus hermanas. Yo estaba muy solo, sin padre, con dos hermanos viviendo muy lejos en Europa, el otro en un internado militar: no había figura masculina en mi casa, y yo desesperado, según ellas, buscando un modelo, alguien a quien imitar.

    Frente a la rivalidad o indiferencia de Lorenzo , y aunque en el fondo , bien en el fondo nos quisiéramos, ese modelo masculino fue Marcos Balseiro, el compañero del Colegio Militar de mi hermano.. Mirando para atrás lo amé desde el primer dia que lo vi. El me trataba con condescendencia, me acariciaba el pelo cuando me saludaba, se reía de mis chistes, escuchaba mis historias, comentaba mis discos, me hacía pequeños regalos: y me miraba. Al principio en esos primeros tiempos eran miradas cordiales con las que un muchacho de 19 años, bueno y afectuoso, podía dedicar al hermanito menor de un compañero. Aunque yo ya hubiera cambiado la voz, usara pantalones largos y me crecieran pelitos en el pubis, las axilas y en las piernas.

    Venía casi todas las semanas y me acostumbré a su presencia. Una semana faltó porque estaba sancionado y lo extrañé horrores. Mi hermano Lorenzo venía a casa, se bañaba, comía y se iba a jugar al futbol al club. Era como si no estuviera. Una visita. Marcos era distinto, Me daba importancia, me escuchaba, compartía parte del tiempo de sus días de franco conmigo, se reía de mis chistes, me consentía. Algunas tardes jugábamos al 21, un juego con el aro de basquetbol que había en el patio de mi casa. El me dejaba ganar muchas veces. Me encantaba verlo con su short blanco largo, sus piernas fuertes su culo firme pegando saltos increíbles para anotar un tanto en la red.. El también había crecido desde el primer dia que lo vi. Su cuerpo se había desarrollado como el de un atleta,(que lo era), espaldas anchas , cintura pequeña, cuello fuerte, hombros amplios, musculos y fibra. Ahora ya no era un muchacho sino un macho que me calentaba horrores. Más que nunca. Ya de chico yo era muy puto…

    Nadie me había hablado de sexo en casa. Una vez una prima mayor, la ahijada de mi vieja, que se quedaba a veces en casa, hasta que se casó, estaba colgando ropa a secar en una soga que había en el patio, y cuando yo le dije que mi remera encogía, ella entendió cogía y me dijo que yo era un mocoso de boca sucia y que le contaría a mi vieja. Yo no entendía el motivo del disgusto. ¿Cómo sería coger? Era fines de la década del cincuenta y en ese entonces, yo sabía poco y nada, uno era muy inocente, más si vivía en un ambiente demasiado callado y solitario como el mío: Algo había escuchado de mis hermanos de muy chico, también oìa de los chicos en el colegio pero yo vivía en una nube. Aún vivo en una dicen. .

    Ese fin de semana, busqué el momento oportuno y le empecé a preguntar cosas de sexo a Marcos, porque a Lorenzo no se lo podía preguntar, y a mi mamá tampoco. El me miró con sorpresa, no pensaba que yo fuera tan, pero tan, inocente: Tan boludo como se dice en la Argentina. “Vos sabés que es coger” me dijo: y yo le dije “ y …mas o menos”. Quería su versión sobre todas las verdades de la vida: el me llevó al jardín del fondo, y ahí me dijo qué era coger, garchar, follar, tener sexo. Echarse un polvo. Esa tarde hablamos de coger, pija, huevos, tetas, ovarios concha, clítoris, regla, culo, acabar. leche, desvirgar, dolor, menstruación, embarazo, aborto, o sea de las cosas que revelan la verdad de la vida. “No creìa que fueras tan verde” me dijo, sonriendo cuando entramos al comedor, Tuvo mucha paciencia y confieso que fui muy buen alumno.

    Yo le hice mil preguntas, como era que se cogía, por dónde, qué se sentía, si era lindo, me fascinaba que me hablase de la pija, de los huevos, de la erección, de ponerse al palo, del placer de acabar, :de la leche, la guasca, el semen que se derramaba cuando se acababa. El por momentos vacilaba y se sonrojaba. Yo me excitaba con la conversación: estaba descubriendo el mundo A mí se me paraba la pija, en ese entonces la pijita , la garcha, la poronga, el trozo. Bueno el pedacito si ya se. Creo que a él también se le paraba. Marcos no era un perverso. Era un muchacho normal de sangre caliente.

    En sucesivas charlas en otros fines de semana, le conté que mirando unas fotos de una revista (no le dije que eran fotos porno que alguien había llevado a la escuela), se me había parado y que estuve al palo toda la mañana. “Con la carpita” me dijo y la palabra se me quedó grabada así como su sonrisa cómplice... Si con la carpita. También le comenté que leyendo una revista porno que le confisqué a Lorenzo ,había acabado : había eyaculado sin tocarme. Que al principio me pareció que me estaba orinando pero después me di cuenta que no era pis, sino leche. Se sonrió y me dijo “Tte felicito, te estás haciendo hombre”. palmeando mi espalda. Yo me puse contento y me dieron ganas de abrazarlo y en un impulso lo hice y él se sintió como turbado por mi gesto espontáneo y casi infantil. Ahora a la distancia que da el paso del tiempo, creo que él se dio cuenta que yo era un adolescente sediento de afecto, obsesionado porque me aceptaran, ansioso de ser normal. Privado de casi todo. O lo percibió, pero se contuvo.

    Otro día hablamos de la paja, y a mi del mismo modo que me interesaba saber si el cogía (No tengo con quién me decía), si se le paraba la garcha (claro es normal comentaba) le pregunté si se hacía la del mono, la paja, la manuela, la chaqueta, o sea si se masturbaba:”Igual que todo el mundo” me contestó no sin cierta vacilación. Pero no me crecen pelos en las manos agregó con esa sonrisa que tanto me gustaba. “No crecen los pelitos en las palmas por pajearse”, me dijo. “Yo creía que si” contesté y nos largamos a reir.

    Era verano, a la hora de la siesta y hacía mucho calor. Mi vieja en casa de la hermana. Afuera cantaban las cigarras y volaban mariposas que otros chicos estaban cazando seguramente, pero yo estaba en mi cuarto, tirado en la cama en calzoncillos, unos anatómicos de tiro más largo que los slips actuales y Marcos vino a traerme un ventilador de pie desde el comedor diario:: estaba desnudo de la cintura para arriba, tenìa unas bermudas con arabescos Iba descalzo. . No me olvidaré más de la fascinación con que lo miré. Yo estaba muy caliente. Era calor ambiente y calentura. Puso el ventilador en un costado, se agachó para enchufarlo y vi el principio de su culo asomando sobre sus bermudas El me miró. Vio mi pija casi asomándose de la bragueta del calzoncillo y rió señalando mi polla parada, fingiendo pudor. “Estás al palo Mariano” me dijo con esa voz de macho que me estremecía, entre risas nerviosas y al final miró para la ventana como quien ve llover. Estaba sorprendido. Me había descubierto “in fraganti” exhibiendo una poronga que ya no era de chico. . Vi sus pies desnudos, grandes y bien de macho con pelitos suaves, sus piernas musculosas, velludas y largas, su cuerpo bronceado por el sol, y bien formado mientras empecé a manotearme con mas intensidad el ganso, la poronga, la paloma, el ají, la polla, a sobarme la pija a través de la tela de algodón de mis calzones blancos. El entrecerró los ojos como para no ver tamaña desvergüenza mía, pero noté que su pija se iba endureciendo de a poco.

    El titubeó. Estábamos solos pero él era un hombre de 21 o 22 años y yo un chico de 16. Yo un adolescente que estaba descubriendo con impudicia los placeres de la carne y él alguien experimentado, que no podía seguirle el tren a un mocoso pajero como yo.

    Dijo no., cuando con un gesto y un guiño lo invité a pajearse y se iba a retirar de mi cuarto, cuando lo tomé de la mano por sorpresa y lo hice trastabillar…El cayó sobre mi cama arrastrando la cortina de la ventana del cuarto que quedó a oscuras. Intentó levantarse pero lo detuve. No sé de dónde saqué fuerzas para retenerlo, Marcos era más robusto y más fuerte que yo, pero mis dedos se apretaron a su muñeca, y el ruego silencioso de que no se fuera lo pudo leer en mis ojos aunque estábamos en penumbras. El no forzó nada. El no me pidió nada. El sólo se quedó ahí al lado mío respirando con dificultad. Aún recuerdo el sudor de su frente, de sus manos, la mirada perturbada por lo que estaba pasando y el andar cansino del ventilador que el había traído. Le pregunté si le ocurría algo y el, me dijo que esto no podía ser. Que no debía ser Que él no era un corruptor de menores. Que yo era un pendejo y encima el hermano de un amigo. Que estaba mal que siguiéramos. Yo te quiero le dije, esto no es solo calentura. El lo negó con la cabeza. Quería negarlo con palabras pero le cerré la boca con una mano y cuando el me la apartó me doblé hacia su cara y lo besé Primero en la boca suavemente con una suavidad que no se de que libreto saqué. .De que teleteatro de la tarde. De que novela o película romántica. Luego besé sus mejillas, su frente sudorosa, su pelo, sus manos, su barba incipiente, su pelo recortado , y con cada beso mi alma se entregaba con una intensidad que no se ha repetido en mi vida, y el se quedaba ahí petrificado, incapaz de huir pero reprimiendo inútilmente la tentación de su sexo, con miedo como yo, pero también con la conciencia de que eso estaba mal visto, que era prohibido e inmoral , que hacerlo conmigo lo exponía al dedo acusador de la sociedad. Finalmente., titubeó. “Que nadie lo sepa, júrame que nadie lo va a saber nunca. “Jurámelo” me rogó y yo hice la señal de la cruz con los dedos y se lo juré y busqué su boca en la oscuridad. Y ese beso el me lo devolvió casi con amargura, como aceptando lo que era inevitable. Primero fue un beso resignado y luego quizás vencido por el deseo y la abstinencia y también por la soledad, me abrazó y nunca en la vida había sentido un abrazo asi, como si quisiera adosarme a su cuerpo, apretarme a su pecho, detener mi vuelo, darme un amor que yo pedía a gritos pero que el sabìa que no estaba bien. Nos besamos, yo no sabía que era besar a otro man, no entendía la fuerza de unos labios varoniles y suaves, húmedos y secos a la vez, que me mordían los mìos, que se introducían entre mis dientes que se abrían para dar permiso a su lengua que lamían mi cara, mi cuello, mis tetillas, mis axilas, mis orejas. Mi garganta mis labios. Nuestras lenguas eran dos espadas húmedas de esgrima entrando y saliendo de nuestras bocas.

    No recuerdo que palabras dijimos, solo recuerdo su piel desnuda y velluda, apretándose a mi pecho lampiño, intercalarse entre mis piernas, apoyándose contra mi cuerpo. Lo desnudé y ver su cuerpo en pelotas, fue como llegar a un destino al que siempre había querido llegar, y el me desnudó con una mezcla de necesidad y ternura. Tomé su pija entre mjs manos, era una pija grande que se torcìa un poco en la punta, dura, gorda, enorme para mis ojos novatos, y la sobe varias veces, advirtiendo su calor y su dureza. Apreté sus huevos llenos de leche con una mano y besé esa verga que por primera vez se descubría a mi asombro. Y lamí una gotita de líquido que asomaba en su punta, y recorrí con mi lengua ambiciosa el largo y el grosor de aquel portento de polla, y el suspiraba, incapaz de decir nada, de moverse siquiera. Me metì su pija en la boca y comencé a mamarla primero suavemente y con lentitud, luego apretando su pedazo con mis labios y mi lengua, deleitándome en la sola idea de que estaba chupando la pija de mi primer hombre y que lo hacía como si tuviera una experiencia que yo no tenía. Gozaba, se retorcía de placer y de inquietud, pues veìa venir el chorro de su leche que inundaría mi boca , y quiso quitar mi cara que se prendía a su verga con locura, pero no lo consiguió y su leche invadió mi garganta, caliente, agria, sorpresivamente dulce a la vez, , y se deslizó por mi mentón y por mi cuello y el lamió mis labios llenos de su semen y mi lengua y mi mentón y mi cuello, y echo su última gota de leche con un escalofrío.

    Yo quería experimentarlo todo, conocer en una noche lo que significaba el amor entre dos hombres. El acariciaba mis hombros mi espalda, mis brazos y yo era como un gatito que ronronea de placer. Con sus manos grandes recorrió mi pecho, mi vientre, mis piernas, y al llegar a mi pubis se detuvo en mi verga, en los pelitos de mi verga, en mis huevos a punto de explotar. Su mano extrañamente caliente apretó mi pija despacio, subiendo y bajando mi prepucio, palpando el calor y la dureza de mi erección desesperada Guié suavemente su cabeza de pelo recortado hasta mi pija y el no se opuso, aceptó el mandato de mi mano y apoyó su boca , su lengua y su mano en mi cabecita y comenzó a mamarme la garcha, a chuparla con un cuidado que me enloquecía, era como si miles de agujitas sedosas y mojadas recorrieran el tronco de mi verga y la homenajearan como un tótem sagrado. Se la metió en la garganta y por un momento su boca tocò los pelitos de mi pubis y luego se alejó, y volví a ver mi pija mojada con su saliva, inundada por su saliva, roja por la fricción y dura hasta mas no poder. Suspiré y cuando ya iba a acabar se la metió de nuevo en su boca deliciosa, y le llené la garganta de mi lava, de mi leche de toda la vida, de la crema de mi deseo loco de adolescente, y en su beso , en el beso con que dio fin a aquella mamada maravillosa, percibí el lejano sabor de mi semen, mezclado a su aliento, a su temblor, al éxtasis.

    Nos besamos mil veces esa noche. Después mis labios quedarían hinchados, sensibles, resecos. Y mi cara irritada por su barba dura, por el continuo raspar de sus pelos contra mi mejilla adolescente aún imberbe.

    Busqué su verga con mi culo, quería sentirlo dentro de mi, quería que su pija me llevara con dolor al placer mas absoluto del sexo entre hombres. El me la apoyaba en la puerta del culo pero no se atrevía a ponerla. Me abrazaba de atrás con sus poderosos brazos de gimnasta, y yo tenía ganas de gritar cógeme cógeme pero el deseo se me hacìa temblor en los labios y acallaba mi voz. El sudaba y suspiraba mientras con su pija pincelaba mi orto una y otra vez , hasta que puse mi mano hacia atrás y agarré su pija dura y le pedí que me la metiera. No fue fácil, hubo mucha saliva, muchas entradas y salidas y gritos acallados de dolor. Finalmente la puso, despacio con una piedad y una delicadeza infinitas, y me abrí a èl como quien se entrega a una fe ciega, como quien acepta su destino y deja de poner trabas a su suerte. Y lloré, grite, sufrí hasta que se abrió paso por mis tripas y bombeó, una y otra vez, y me la fue metiendo hasta el fondo , hasta el corazón, hasta el alma. Y cuando acabó, con un grito animal y fuerte, yo grité también, puteé, maldije, canté y mi culo cantaba también y mis venas no podían contener la fuerza de mi sangre. Y al final le dije que lo amaba, que siempre lo amé desde el primer dia, y que nunca dejaría de amarlo. Lo que fue una premonición porque no he podido olvidar aquella tarde de siesta , aquella siesta de verano cuando cantaban las cigarras y volaban las mariposas.

    Después nos quedamos dormidos hasta que un viento frío que venia de la ventana, y el ruido de una tormenta nos despertó y el me cubrió con una manta y yo la extendí para que nos tapara a los dos. Mas tarde mientras yo seguía durmiento , el se levantó y sin hacer ruido se fue hasta el cuarto de al lado donde siempre se quedaba. Cuando desperté aún pude percibir en las sábanas de mi cama ,el calor de su cuerpo, su olor, la dulzura de aquel momento irrepetible.

    Tiempo después mi hermano Lorenzo embarazó a una chica, ella no quiso abortar, y terminaron casándose. El dejó el Colegio militar y se fue a vivir con Mariela a una casa a treinta kilómetros de la mía Ahora vende autos usados.

    Marcos siguó viniendo a casa por un tiempo, cada vez màs esporádicamente como invitado de r mi madre, pero nunca hablamos de aquella vez, El se negó a comentarlo . Era un tabú, algo que lo llenaba de culpa y de remordimiento: y para mi ante semejante actitud, eso que pasó era como si hubiera sido un sueño que era mejor olvidar. Nunca pasó nada más. Pero no olvidé.

    Un dìa dejó de venir. Pero no pude llorar su partida como la de mi viejo, ni decir que lo extrañaba como por compromiso decía de mis hermanos para agradarle a mi mamá. Marcos me había abandonado a mi suerte, porque después de todo, quizás yo no le importaba tanto. Porque seguramente quería una vida “normal” Ahora se graduaría tendría novia, se casaría, tendría hijos y yo que no era nada ni nadie, quedaría en el olvido. Como un muerto en un placard. .De ese dolor y abandono nunca pude hablar con nadie. Lo hago hoy, quizás con la esperanza que él en un cuarto de su casa, bajo siete llaves, reprimido y con miedo, lo lea y sepa lo mucho que lo quise. Lo mucho que lo amé.

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  • En verdad era una mujer de mucha clase y de una gran belleza, abrí sus piernas, estaba sentada frente a mi en mi cama, abrí sus piernas y yo las mías, la monté sobre mis piernas y le introduje mi pene, sentía sus tetas sobre mi pecho, ambos empezamos un movimiento de fricción para sentirnos ambos compenetrados, estuvimos así unos 15 minutos, hasta que ambos nos vinimos al mismo tiempo.

    Tengo 23 años y trabajo en una empresa de venta por internet, somos 4 personas vendiendo, entre los cuatro hay una mujer de 40 años, casada y con dos hijos, una persona sumamente respetuosa pero al mismo tiempo de muy buen humor, de una belleza indescriptible, un cuerpo que hace alucinar a cualquier hombre, su manera de vestir es entre sport y formal, usualmente usa unos bluejeans que delinean cada centímetro de sus hermosas piernas, tiene una figura diría yo perfecta todo en su lugar correcto y en la proporción exacta, sus senos son naturales, pequeños y redondos, ojos verdes hermosos, sus labios son pequeños pero carnosos, una sonrisa que deja ver su perfecta dentadura, tiene un pequeno lunar sobre su boca que le da aun más un toque de sensualidad a su ya hermosa belleza, su cabello es castaño, mide aproximadamente 1mt. 76, créanme que es hermosa.

    Nuestra relación es muy buena de gran cooperación entre todos, siempre le consulto a ella cualquier duda sobre mi trabajo ya que ella es la más antigua entre nosotros, aparte me encanta llegar a su oficina y contagiarme de su buen humor y admirar disimuladamente tanta belleza en una sola persona. Desde que entré a trabajar en dicha empresa he tenido fantasías con ella, sueños y no se cuantas veces mis momentos personales de masturbación es pensando en ella. He tratado de irme poco a poco acercándome a ella de una manera amigable tratando de disimular mi gran deseo por ella, me encanta sentirme a su lado, sentir cuanto la deseo y al mismo tiempo saber que ella ni siquiera se lo imagina. Un día que tomábamos nuestro almuerzo en la oficina la vi un poco como desmotivada y alejada en el pensamiento, le pregunte que le pasaba y me dijo que problemas en su casa problemas que ocurren en los matrimonios pero que entristecen, le dije que contara con mi apoyo para lo que fuera necesario y me lo agradeció, me dijo simplemente que habia tenido unas diferencias con su esposo por la noche pero que no era nada serio pero que esos problemas en su hogar la ponían mal.

    Ella sale siempre una hora antes que yo de su trabajo, al ver que iba a salir me acerqué a la oficina del manager y le dije que tenía que salir una hora antes porque tenía una cita médica, me dijo que no habia problema, así que me decidí alcanzarla, la vi entrando a un supermercado, ese día llevaba unas de esas hermosas licras que demarcan la perfección de sus piernas con unos sandalias de un tacón alto, la hacían ver hermosa, observaba como los hombre la volteaban a ver en cada pasillo que ella pasaba, ella era sumamente seria y no ponía atención a tantos piropos de los hombres, la observaba desde lejos admirando su belleza, caminaba de una manera muy sensual como si cada paso fuera hecho sobre una pasarela de modelaje, en un momento vi que su celular sonó y logré escuchar que hablaba con su esposo, le dijo que iría un rato a jugar maquinitas al casino y en una hora o dos estaría en casa, se despidieron y vi que se dirigía a pagar las cosas que había comprado, decidí seguirla al lugar donde iría a jugar maquinitas y quizás poder hacerla creer a ella en ese lugar que nos habíamos encontrado por casualidad.

    La seguí, vi que se dirigía a su carro así que yo me dirigí al mío que estaba algo cercano al de ella, me monté y la seguí, llegó a un casino cercano a nuestro trabajo, vi cuando bajaba de su auto y cuando vi que entraba, bajé de mi auto, quería que si la encontraba adentro fuera de una manera natural, sin que pensara que la había seguido, entré al casino y empecé a caminar entre los pasillos de las maquinitas, por la hora no había mucha gente así que sería fácil encontrarla, luego de caminar unos tres pasillos la vi sentada a mitad de una hilera de máquinas, sola, estaba allí tan cerca de una mujer que me hacía quitar el sueno y que quizás sabiendo las diferencias con su esposo podría encontrar un buen momento para intentar acercarme a ella con el objetivo final de poder hacerla mía, era eso lo que más deseaba, sentir tanta belleza entre mis brazos, poder besar cada centímetro de su cuerpo, sentir su aroma y disfrutar de su hermoso cuerpo.

    Sabía que le gustaba tomar cerveza porque siempre me bromeaba que siempre que se reunían en su casa ella se tomaba todas, era una manera de decir que le gustaba, así que me dirigí a la barra y pedí dos cervezas Heineken que sabía por lo que me había contado que era su favorita, me fui acercando a ella, mi corazón palpitaba a cada paso que daba, en verdad no sabía cual sería su reacción, como les digo era una mujer que se daba a respetar con una simpatía enorme pero todo con respeto, al llegar detrás de ella le dije, hola, hola me dijo, ¿y tú que haces acá? me preguntó, le dije que habia salido temprano para ir al médico pero que el médico había llamado que no podría llegar y cancelaron todas las citas del día, así que decidí venir un rato al casino, al entrar te vi sentada acá así que en vez de comprar una sola cerveza compré dos, sabiendo, claro, que te gusta, ella sonrió y me lo agradeció, me dijo que solo estaría un momento ya que su idea era distraerse un poco, yo le dije lo mismo, así que le pedí un brindis por tan bello encuentro, le pregunté si sabía jugar esas maquinitas y me dijo que si, le dije que si no le importaba observar como jugaba y me dijo que si.

    Estaba parado detrás de ella, ella estaba sentada con sus piernas cruzadas, era hermosa, esta vez me puse a observarla de cerca, sus piernas eran perfectas, pude ver los dedos de sus pies ya que sus sandalias se lo permitían, tenia unas uñas perfectamente cortadas y pintadas, eran unos pies hermosos, cargaba una blusa con un escote al frente que permitía ver el inicio de sus senos pequeños pero firmes y de una forma redonda perfectos, me acerqué a la pantalla de la máquina desde atrás estirando mi brazo para preguntarle por una figura del juego y pude sentir que mi pene rozó una parte de sus nalgas que sobresalían del banco donde estaba sentada, fue divino, ella se limitó a contestarme la pregunta sin reparar por lo acontecido que era obvio lo había sentido, le pregunté di deseaba otra cerveza y me dijo que no, yo le dije que me acompañara a tomar la última y con una sonrisa me la aceptó, me dijo que ya no jugaría más porque ya habia consumido lo que siempre acostumbra a jugar, así que me acompañó al bar, me dijo que iría un momento al baño y volvía, en ese momento decidí buscar una mesa en el bar más alejada e íntima.

    Vi al fondo una de un solo sofá con una vela en la mesa, al ver que me buscaba me levanté y le dejé saber donde estaba, al llegar me dijo porqué me habia alejado tanto y le dije que la mesonera me habia dicho que toda el área de adelante estaría cerrada por un momento por limpieza, se sentó y aproveché para preguntarle nuevamente por el incidente de su casa con su esposo si ya todo estaba mejor, me dijo que no, que incluso habia ido un rato allí para distraerse de su problema, decidí lanzarle un piropo y al animarme le dije quiero confesarte algo, si dime me contestó, desde que te conozco siento mucha admiración por ti, por tu manera de ser y al mismo tiempo porque considero que eres una mujer muy hermosa, me encanta tu manera de ser, se que eres una mujer casada y es por eso que mantengo una distancia contigo de respeto pero que en verdad me gustabas demasiado como mujer.

    Se me quedó viendo y me sonrió, me dijo gracias por tus palabras, le dije que debería de sentirse muy afortunado su esposo por tener una mujer como tú a su lado, me dijo que a veces se sentía demasiado sola en su casa, que su esposo no la tomaba en cuenta en ocasiones y eso le dolía, aproveché y tomé su mano y le dije que contara conmigo cuando sintiera la necesidad de hablar con alguien, soltó una lágrima y aproveché para abrazarla, sentí su aroma, sentía su calor al lado mío

    Era hermoso, su cara recostada sobre mi hombro, con mi otra mano acaricié su cabello, era dócil, me separé un poco sin soltarla y de un impulso la besé sobre sus labios, ella cerró sus ojos y lo aceptó, poco a poco fue abriendo sus labios y pude sentir como mi lengua entraba en su boca, nuestras lenguas jugaban, nuestro beso se convirtió en un beso sensual, erótico, mis manos recorrían su cintura, poco a poco fui bajando mi mano hasta sentirla sobre su pierna, mi corazón latía demasiado, me pegué tanto a ella que sentía sus senos sobre mi pecho, abrí mis ojos y observé que mantenía sus ojos cerrados, empecé a deslizar mi mano sobre todo su muslo, su licra pegada a su cuerpo me hacía sentir la firmeza de sus piernas, la acariciaba todo lo que podía, no podia dejar ir ese momento tenía que pensar rápidamente como llevarla a mi casa que estaba cerca de ese lugar, me separé, le dije que era como un sueño lo que estaba viviendo y deseaba que ese momento no acabara, ella me dijo que tenía que irse y que se sentía mal por lo que estaba haciendo, yo cerré su boca con otro beso y le pedí por favor que me acompañara a mi casa, que me encantaría poder conversar más con ella y mi casa estaba cerca de allí, ella me dijo que no le parecía correcto y que en su casa la esperaban, le dije que sería solo por un momento y ya que yo tampoco quería ocasionarle más problemas aun en su casa.

    Ella me dijo que aceptaba, pero solo por un momento, me dijo que iría en su carro, yo acepté y le pedí que me siguiera, le abrí el estacionamiento de mi edificio, entró y parqueó su auto, no lo podía creer, estaba a unos segundos de tenerla dentro de mi casa, me acerqué a su auto y le abrí la puerta, ella se me quedó viendo y me dijo, quizás no fuera correcto entrar a mi casa, le dije que deseaba mucho conversar con ella, se bajó del auto diciendome que solo por un momento y ya, subimos, al cerrar la puerta de mi casa ya sabía que ya había ganado, que ya tenía el 80% del camino ganado, le pedí que se sentara mientras le servía otra cerveza, me dirigí a la cocina y me dije ahora o nunca, tomé dos cervezas y salí a la sala, allí estaba sentada con sus piernas cruzadas mostrando toda su belleza natural, me dijo que tenía un apartamento muy bonito y bien organizado, tomé mi cerveza y brindé por el hermoso momento de tenerla en mi casa, le pregunté si le gustaba la música y me dijo que si, que le encantaba la música como bosa nova, música para escuchar, le puse algo que encontré, la invité a conocer mi casa, empecé por el balcón, dejaba siempre que ella fuera delante de mi para admirar su hermoso trasero, era bello y ver el movimiento de sus hermosas piernas al caminar, al llegar al final del pasillo hay dos habitaciones, una que la uso como estudio que se la mostré primero y luego la mía, al salir me atreví y le puse mi mano sobre sus hombros, ella volteó hacia atrás y de un impulso la besé.

    Ella se quiso oponer por un segundo pero ya estaba hecho, nos besamos por unos cuantos minutos, mis maños acariciaban toda su espalda, fue atrevidamente bajando hasta llegar a sus nalgas, las acariciaba ya sin temor, y así besándola la fui llevando nuevamente hasta mi habitación, la senté en la cama y le fui quitando su blusa luego su brasier, tenía unos senos hermosos, pequeños y con los pezones levantados tipo peritas, tenía una cuantas pequitas a su alrededor, me acerqué y se los besé, ella lanzó su cabeza hacia atrás y mi lengua empezó a lamer cada centímetro de sus senos, eran deliciosos, sentía como tener un manjar en mi boca, luego empecé a deslizar su licra hacia abajo hasta quitársela por completo, observé la perfección de sus piernas, con una piel suave y tersa con unos muslos firmes, como si se mantuviera en un gimnasio diariamente, su pantaleta era pequeña de color blanco, le cubría una mínima parte al frente, puede observar que por detrás era simplemente una tirita que se le perdía entre sus nalgas.

    Poco a poco se la fui bajando y pude ver su vello púbico bien recortado, una pequeña línea hacia arriba dejando ver sus hermosos labios púbicos, la recosté en la cama y empecé a besar los dedos de sus pies que hacía un momento atrás en el casino me habían excitado tanto, metí en mi boca dedo por dedo de sus pies, trataba de inhalar su aroma, era excitante, lamí cada pedazo de piel en sus pies, poco a poco fui subiendo con mi lengua por sus piernas, al llegar a sus muslos los lamí, los besé y los acaricié por varios minutos, seguí subiendo hasta llegar a su vagina que la besé y chupé, era un sueño convertido en realidad, mi lengua se sumergía dentro de su vagina, levanté mi cabeza para ver su reacción y observé que se mordía su labio inferior con sus ojos cerrados, estaba disfrutando tanto como yo, luego le di vuelta y le acaricié sus nalgas, luego le separé un poco sus piernas e introduje mi lengua dentro de su ano, era más hermoso de lo que ya me habia imaginado, mi lengua se perdía dentro de tan hermoso orificio, la levanté un poco para abrirla un poco más, se arrodilló y su ano quedó allí abierto completamente para mi, se lo besé varias veces y luego continué con mi juego de lengua dentro de el.

    Ella gemía, yo no quería salir de allí, luego de un rato me levanté y me quité mi pantalón y mi camisa, luego mi interior, me acosté boca arriba y puse sus piernas en medio de mi cabeza luego sentí como sus bellas maños tomaban mi pene y lo introducía en su boca, fue un 69 perfecto, exquisito, me lamía con mucha suavidad, era una mamada con clase, era divina la sensación, sentí en un momento que me venía así que me levanté, la moví hacia la orilla de la cama, bajé sus pies de la cama y ella quedó con los pies en el piso y la otra mitad sobre la cama, desde atrás observaba la belleza de su cuerpo, era perfecta para su edad, no tenía nada de celulitis, al contrario todo era firmeza y completamente delineada, me paré detrás de ella y fui poniendo mi pene en su vagina, se lo fui metiendo poco a poco, era delicioso, estaba ya bien lubricado de tanta excitación que ella tenía, se lo metí completo y ella dio un suspiro, empecé con un entre y sale, ella gemía, al mismo tiempo le acariciaba sus senos hermosos desde atrás, así estuve como 10 minutos, al sentir nuevamente que ya me venía, se lo saqué y se lo introduje en su ano que tantas veces me había quitado el sueño, poco a poco, era delicioso lo que sentía, mi excitación era demasiado grande.

    Se la metí completa, ella dio un fuerte suspiro y allí la tenía clavada en su ano como tantas veces lo había soñado, solo en esa misma cama donde la tenía ahora, le di como otros 10 minutos por el ano hasta sentir que me venía, dejé que mi pene descargara todo su semen dentro de su ano, era delicioso, fue algo indescriptible, luego me acosté a su lado y la besé en su boca, luego mi lengua recorría todo su rostro, sus oídos, observé el sensual lunar sobre su labio y lo besé, lo chupé, era cada momento una fantasía realizada, en 5 minutos ya mi pene toma una gran erección, bajé mi boca hasta su ombligo donde me entretuve un gran tiempo, su aroma en su piel era de un perfume suave.

    En verdad era una mujer de mucha clase y de una gran belleza, abrí sus piernas y yo las mías, la monté sobre mis piernas y le introduje mi pene, pegué su cuerpo contra el mío y sentía sus tetas sobre mi pecho, la besaba en la boca, nuestras lenguas se mezclaban, ambos empezamos un movimiento de fricción para sentirnos ambos compenetrados, estuvimos así durante unos 10, 15 minutos, hasta que ambos nos vinimos al mismo tiempo.

    Fue hermoso, luego nos recostamos y sonó su teléfono, vio el número que la llamaban y solo se limitó a levantarse y decirme que se iba, me pidió permiso y entró al baño, salió vestida y maquillada, yo aun permanecía desnudo en mi cama, la observaba de pies a cabeza, era la mujer más bella que había poseído, me dijo que gracias por el momento pero me dijo, recuerda algo, eso fue exactamente lo que nos pasó, un bello momento que quizás ambos necesitábamos, pero tú con tu vida y yo con la mía, adiós.

    Salió de mi casa y me quedé allí pensando en todo lo vivido y sentido dentro de mi casa con esa hermosa señora, en verdad pasé toda la noche aun masturbándome y tratando de inhalar hasta el último aroma existente dentro de las sábanas de su exquisito perfume.

    Espero poder tener otra oportunidad con ella, se que lo trataré e intentaré aunque quizás por su forma de ser sea difícil volverla a tener. Con ella aprendí algo, cualquier mujer por bella que sea, casada o no, no es imposible hacerla tuya, lo importante es intentarlo y encontrar el time correcto.

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  • Quedas con las piernas ligeramente abiertas y aprovecho para colocar mi mano derecha sobre tu conchita; la siento caliente y mojada… Al sentir mi mano abres un poco más las piernas y tomas mi mano dirigiéndola, como queriéndola meter en tus entrañas… mis dedos recorren suavemente tu gruta, sin penetrarla.

    A partir de que publiqué el relato sexo en el campamento, recibí algunos mensajes en donde un par de damas señalaban que les había gustado mucho el relato y que gracias a el se habían decidido a explorar nuevas delicias en su vida sexual. Específicamente uno de ellos fue de una dulce toluqueña a la que llamaremos cachorrita. Quiero compartir con ustedes una fantasía que ella me ayudó a construir, espero les guste.

    …Tú me recoges en la central de autobuses. Para esto, ya arreglaste tu horario y avisaste que estarías toda la mañana en clase y que por la tarde irías a hacer algún trabajo de equipo y en la noche te dormirás en casa de alguna amiga para celebrar su cumple.

    Para reconocernos, acordamos la vestimenta que cada uno llevaría puesta. Después de que nuestras miradas se encuentran; avanzamos el uno al otro con cierta ansiedad, nerviosismo, excitación. Disimuladamente nuestros ojos repasan nuestros cuerpos, aceptándonos e imaginándonos el resto. Yo tomo la iniciativa y te doy un abrazo; puedo sentir la tibieza de tu cuerpo a través de nuestra ropa, te tomo de las mejillas y mirándonos fijamente a los ojos te atraigo hacia mí y te doy un rico beso: primero la cálida sensación del encuentro de tus húmedos labios luego mi lengua los recorre suavemente de lado a lado para después abrirse paso entre ellos hacia el interior de tu boca en donde encuentra tu lengua y ambas se entrelazan deliciosamente. Pareciera que también a ti te gusta porque entonces tu propia lengua es la que empieza a recorrer el interior de mi boca, pero… nos percatamos que estamos perdiendo un poco de control así que nos separamos, con la cara sonrojada y la respiración agitada.

    Sin decir más, me tomas de la mano y me conduces hasta el estacionamiento de la central en donde apenas nos subimos a tu coche volvemos a fundirnos en un beso, más intenso que el anterior. Unos minutos después arrancas sin dirección alguna; te ves nerviosa, ansiosa, insegura y a la vez dispuesta a todo. Comenzamos a platicar, como queriendo apagar el fuego en nuestros vientres. La charla, el tráfico y la frescura de la mañana parecen sólo una tenue nube en el escenario de nuestros sentimientos. En un semáforo en rojo llevo tu mano hacia mi pierna, te dejas llevar, poco a poco la voy subiendo hacia mi verga; ante el contacto intentas quitar tu mano, pero con un poco de presión por parte de la mía la dejas quieta. Un instante después tú misma empiezas a explorar, a sentir la tibieza que traspasa mi pans y la dureza de mi verga, luego tú… Los autos de atrás empiezan a pitar porque el semáforo ya cambió.

    La plática se centra en tus dudas; me dices que no te has quitado de la mente este momento desde que te dije que iba a Toluca, que has pasado las noches pensando cosas calientes y que incluso te has tocado tu conchita imaginándote que son mis dedos y mi lengua los que lo hacen. Pero al mismo tiempo sientes dudas, miedos… Me dices que el principal temor es acerca del dolor, tus amigas te han dicho que la primera penetración es dolorosa; por otro lado me dices que también te preocupa la idea de un embarazo e incluso de alguna enfermedad…

    Por toda respuesta te atraigo hacia mí y te doy un beso en los labios, otro en la mejilla, otro, hasta llegar a tu oreja derecha… Te confieso que a mi me pasa lo mismo y que me he masturbado imaginándome que son tus manos, tus senos y tu boca los que hacen el trabajo… Que también comparto algunas de tus preocupaciones, pero acordamos que eso se resuelve usando preservativos; en cuanto al dolor… otro semáforo en rojo, otro beso… tus dudas se disipan… el calor sigue subiendo, cada vez más.

    Te pido que metas la mano en tu falda y la lleves a tu conchita y me digas como está… Al hacerlo me dices que está mojada, escurriendo tu miel… sacas la mano, la tomo con la mía y llevo tus dedos a mi boca… me encanta tu olor, tu sabor. Al ver que mi lengua recorre tus dedos no aguantas y ahora eres tú la que me besa, nuestras lenguas se buscan con desesperación y percibes, apenas, un sabor nuevo: el de tu propia conchita… te sientes cada vez más excitada, al igual que yo.

    Te empiezo a preguntar sobre algunos lugares a donde podemos ir y me sorprendes al avisarme que conseguiste prestada una cabaña en las afueras de la cuidad. Paramos a poner gasolina y a comprar algunas cosas para comer.

    Ahora soy yo el que conduzco, tu pareces gatita ronroneando casi encima de mi, te acercas a mi oreja y me dices quiero que me hagas de todo, metes la punta de tu lengua, casi me salgo de la carretera por la sensación… No aguanto más y saco mi verga, la empiezo a sobar descaradamente frente a ti… tus ojos se clavan en ella, lentamente llevas tu mano hacia la mía, la quitas para atraparme totalmente… Sientes su calor, como palpita, la sientes dura… Tu cerebro empieza a percibir ese olor a verga caliente; instintivamente tu lengua moja tus labios, luego nuestras miradas se encuentran y sin decir nada con mi mano hago un poco de presión sobre tu nuca, dirigiéndote hacia abajo… al primer contacto de la cabeza de mi verga sobre tus labios y la punta de tu lengua, te resistes un poco sientes un sabor extraño, pero al sentir la presión de mi verga sobre tus labios… haces lo que realmente quieres hacer, abres tu boca y dejas que entre…

    Tu lengua recorre en círculos, a lo largo, como si fuera un cono de nieve… te acostumbras rápidamente al olor y sabor de mi verga, tu mano derecha aprisiona mi pene y lo recorre de la base a la punta, suave al principio, pero cada vez con más seguridad… Te pido que te quites tus pantys; sin dejar de hacer lo tuyo y con una habilidad impresionante, cambias de mano y con tu mano derecha subes un poco tu falda y empiezas a quitarte la tanguita blanca… subes tu mirada, te levantas me pones la tanga en mi mano mientras me miras fijamente a los ojos… yo tomo tu prenda, se ve y se siente húmeda se ve la mancha de tus jugos… la llevo a mi nariz; tu olor penetra hasta mi cerebro… siento que no puedo más… los olores de tu sexo y el mío impregnan el coche, tu cara sonrojada, tu respiración agitada, tus labios brillantes por la saliva, tu lengua asomando levemente por ellos, tu pelo un poco desordenado sobre tu linda carita, tus senos se ven inflamados y tus pezones se delatan sobre tu blusa y tu mano con su incansable movimiento en mi verga…

    Me orillo en la carretera y en la misma posición y contigo prácticamente encima nos volvemos a besar, esta vez pareciera que con furia… en nuestras bocas entran nuestras lenguas, nuestros labios, nuestros dedos, embriagándonos con nuestros olores y sabores… con mi mano izquierda acaricio tu mejilla derecha y lentamente la dejo caer arrastrándola por tu cuello hasta llegar a tus senos… no los agarro, les paso suavemente, apenas perceptiblemente por encima… apenas rozo tu pezón… Le doy un pequeño pellizco que te hace dar un brinco. Quedas con las piernas ligeramente abiertas y aprovecho para colocar mi mano derecha sobre tu conchita; la siento caliente y mojada… Al sentir mi mano abres un poco más las piernas y tomas mi mano dirigiéndola, como queriéndola meter en tus entrañas… mis dedos recorren suavemente tu gruta, sin penetrarla, solo por encima… Encuentro tu clítoris… llevo mis dedos nuevamente a mi boca luego a la tuya; nos besamos…

    Separas las nalgas del asiento y arqueando un poco la espalda sientes que una bola de fuego empieza a crecer en tu vientre y va creciendo, creciendo hasta que sientes que explota y sale por cada poro de tu cuerpo… mi cuerpo también se pone tenso, la excitación aumenta al sentirte, al escuchar tus gemidos de placer, ver como te muerdes el labio inferior, tus gestos… con nuestras bocas pegadas y nuestras lenguas entrelazadas lanzamos un grito al mismo tiempo… pasa una eternidad… nos damos cuenta de la situación; ahí en la orilla de la carretera, medio desnudos, sudorosos… felices. Nos damos un nuevo beso, esta vez, suave, lento, tierno…

    Y apenas son las 11 de la mañana.

    Relato: www.relatosxxx.net


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  • Agarró mi verga, se acomodó y se la fue introduciendo despacio hasta que llegó al fondo, empezó a cabalgar arriba de mí y me dejaba tocar todo lo que podía, me ponía sus pechos en mi boca, era genial chupar esas tetas enormes, morder sus pezones mientras le enterraba mi miembro hasta los huevos. Se movía en círculos, yo bramaba de zoofilia placer, me hacía ver todos los colores.

    Sobra decir que se llama C por respeto, no pongo su nombre, pero todo empezó cuando íbamos camino a la playa en Villahermosa ya habíamos tenido algún pequeño encuentro pero cuando llegamos sentimos la necesidad de besarnos.

    Acabábamos de llegar cuando me decía quiero ir a otro lugar, regresamos y así fue como en el camino me decía saber quiero tener sexo contigo no preguntes solo quiero eso…

    Nos dirigimos al primer motel del camino y al entrar nos besamos, fui bajando su vestido poco a poco hasta el punto de verla desnuda con su cuerpo, normal, apiñonado y hermosa con ese cabello rizado.

    Le fui besando la boca poco a poco y al sentir su respiración agitada mi pija se paró de inmediato, empezó a meter su mano en mi miembro poco a poco, yo terminaba de desvestirla y fui bajando lentamente, desde la boca, su cuello, sus pechos.

    Las tetas eran grandes las fui chupando, mordiendo, besando, mis manos empezaban a buscar su sexo, ya me había dicho que le gustaba que la tocaran por todos lados, fui bajando más desde sus pechos hasta su sexo que estaba muy mojado, mis manos agarraban sus nalgas, sus pechos, su espalda, abrí sus nalgas y empecé a jugar con mis dedos en su ano, me decía que no lo había hecho así pero que le gustaba que se lo tocaran.

    Empezaba a gemir poco a poco y mi miembro ya estaba a mil, abrí su sexo xhamster con mi boca, saboreé sus jugos, lamí su clítoris, lo mordí, introduje mi lengua lo más que pude, jugué dentro de su cueva hambrienta y caliente, hasta que no aguantó más.

    Me separó y me levantó, agarró mi miembro y empezó a chuparlo desde la punta hasta que fue introduciéndolo poco a poco hasta la base, fue así un muy buen rato hasta el grado que me hizo terminar en su boca, por su mirada de viciosa me di cuenta que le gustaba.

    Se tragó todo, no dejó ni una gota, y para rematar me chupó lo huevos uno a uno como queriendo exprimir más semen para tragárselo, estaba totalmente enloquecida en esos momentos.

    Se levantó y me besó, me llevó a la cama y me acostó en ella siguió con su boca en mi miembro un buen rato hasta que lo levantó de nuevo.

    Me montó como buena puta que era, agarró mi verga, se acomodó y se la fue introduciendo despacio hasta que llegó al fondo, empezó a cabalgar arriba de mí y me dejaba tocar todo lo que podía, me ponía sus pechos en mi boca, era genial chupar esas tetas enormes, morder sus pezones mientras le enterraba mi miembro hasta los huevos…

    Se movía en círculos, yo bramaba de placer, me hacía ver todos los colores, así estuvimos un buen rato hasta que se volteó y me dijo que siguiera jugando con mi lengua dese su espalda pero mis manos continuaban tocando su sexo, una por delante y la otra por su ano hasta que pudo entrar un dedo y se fue dilatando.

    Se quejó un poco pero le gustaba, se dejó hacer hasta que me pidió que se lo metiera desde atrás por el culito, me encantaba esa posición por que se movía muy, muy rico y yo seguía con mi dedo jugando en su ano.

    Me dijo, vas a ser el primero y quiero, necesito que tú me lo desvirgues hoy mismo, no espero ni un día más, la quiero hoy en mi orto… y me puse si podía más a mil se lo coloqué en su ano se espanto culonas un poco pero se volteo y lo chupo como si se tratara de un dulce lo ensalivo ella misma se volteó y lo fue acomodando poco a poco.

    Al principio costaba mucho fue entrando poco a poco y una vez que entró la cabeza me quedé esperando un rato porque ella me lo pidió, le gustaba pero le dolía, fue ella moviéndose poco a poco hasta ir entrando más y más y de un golpe se lo introdujo todo.

    Se fue moviendo y me pedía que le siguiera metiendo los dedos por su sexo así sucesivamente hasta que no aguanté más y me vine en su ano y ella tuvo un orgasmo.

    Me encanto bastante que a partir de ahí cuando tuvimos oportunidad lo seguimos repitiendo, le encantó por atrás que era lo primero que me pedía antes de otra cosa.

    Espero les haya gustado.
    Autor: capullas.com


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  • Sentía como la estrechez de su recto cedía a mis empujes, mientras observaba como ella se sostenía apoyando sus palmas abiertas sobre la fría baldosa. Veía sus pechos colgar y balancearse con cada penetración, lo que me incitó a echarme hacia adelante y agarrarlos con fuerza, en esa postura podía metérsela hasta el fondo y morder su cuello al mismo tiempo lo que hizo que jadease con más fuerza.

    Eran casi las ocho. El aire en la calle casi ardía del sofocante calor que hacía aquella tarde de agosto. Yo iba de camino a la peluquería. Siempre iba a la misma, a la que mi madre iba de toda la vida, ya que, dada la confianza, María José, me cortaba el pelo fuera del horario comercial, lo cual a mi me venía genial ya que de otra forma sólo podría ir el sábado.

    Llegaba ya tarde, iba con el paso apurado sintiendo mi camisa pegada a la espalda por culpa del sudor. Llegué al local y estaba la verja medio bajada, me agaché y pasé. Entré como si estuviera en mi casa y no vi a Mariajo por ningún lado. Bajé las escaleras y me encontré a su hija de espaldas. Apenas tenía confianza con ella, ya que aunque nos conocíamos desde niños ella era muy tímida y apenas hablaba conmigo. Siempre me había parecido la típica rubia tonta, simple, aunque ya sé que no está bien prejuzgar. Es alta (175cm) y tiene, la verdad, muy buen tipo, un cuerpo delgadito con un culo muy bien hecho y unos grandes pechos desproporcionados para su delgadez. Como os dije estaba de espaldas, vestía una camiseta blanca algo ajustada y unas mallas negras que se ajustaban a su culo firmemente. Antes de abrir la boca me quedé observando aquellas nalgas tan redondeadas, daban ganas de amarrarlas con fuerza. Ella debió presentir mi presencia porque se giró y se asustó al no esperarse a nadie allí dentro.

    “¡Hola Ainhoa!” le dije. Con sus ojos azules llenos de timidez me dijo que se había asustado. Me disculpé, aunque me costaba concentrarme en su cara ya que al girarse me fijé en que su camiseta estaba mojada y se le transparentaban sus enormes pechos aprisionados en un sujetador negro. “¿Está tu madre?”, le pregunté. Ella me explicó que se había ido urgentemente porque su hermana (algo más pequeña) le había pedido si le acompañaba a un recado. Le comenté que había quedado con ella para cortarme el pelo, pero que ya volvería al día siguiente. Cuando ya subía la escalera para marcharme titubeantemente me dijo que si me urgía me lo podía cortar ella. Ciertamente no era que necesitase un corte de forma inmediata, pero acepté su propuesta.

    Me senté en uno de los asientos para que me lavara la cabeza y ella me explicó que no tenía tanta experiencia como su madre, que la disculpara si no me quedaba perfecto. Traté de tranquilizarla y le dije que experimentara conmigo, que fuera su “conejillo de indias”. Ella sonrió mostrándose algo más relajada. Podía verla por el espejo que tenía enfrente de mí, concentrada en lo que hacía, con sus rizos rubios cayendo por su cara a pesar del día, la veía encantada de conocer esos secretos de la adolescencia de su madre, aunque tampoco le sorprendían en exceso, ya que María José se le veía a leguas ser una mujer de mundo. Entonces me empezó a contar que ella también había hecho alguna que otra, que no era tan angelito como aparentaba. En respuesta a mis preguntas curiosas me contó que llevaba ya algún tiempo con un chico y, si bien su madre ahora ya lo sabía, cuando comenzaron le decía que se iba con amigas para marcharse de acampada con aquel chico.

    Ciertamente no me imaginaba a Ainhoa mintiéndole a su madre ya que se le debía notar la mentira en la cara de forma muy evidente, otra cosa es que su madre se hiciera la loca. Me contó que habían fumado porros muchas veces, pero que a ella le sentaban mal. Al decir esto noté como se sonrojaba y le pregunté con curiosidad el porqué. Ella se puso aún más roja y se quedó callada. La dije que perdonara mi indiscreción, que no quería violentarla. Entonces se armó de valor y me dijo que la ponían muy nerviosa, que la inquietaban mucho.. Me quedé a la expectativa, esperando que continuara. Tenía la mirada baja como si se escondiera de la vergüenza, así que la animé diciéndole que esas cosas nos habían pasado a algunos, que no se preocupase.

    Movida por esa inusitada confidencialidad me explicó que ella tenía mucho autocontrol sobre si misma sobre todo en lo que a sexo se refiere. Toda su vida había despertado el apetito sexual de los chicos por obvias razones y que siempre había esperado mucho antes de avanzar en ese sentido con sus parejas. En aquella acampada estaban en una tienda de campaña: una pareja, dos chicos, su novio y ella. Pronto el reducido espacio se convirtió en una campana de humo y todos se reían por cualquier tontería. Ella sentía algo extraño, una enorme excitación sin motivo aparente y se sentía rara. Me contó como la pareja pronto se puso a lo suyo y que ella se vio sola en medio de tres chicos. La conversación pronto se volvió algo picante y empezaron a vacilar a la pareja, por lo que, buscando intimidad, se fueron a la otra tienda. Allí, en medio de tres varones en un espacio reducido, con la única luz de una linterna, se sentía completamente excitada. Su novio la besó y ella suspiró de manera muy intensa. Antes de que se diera cuenta estaban los tres metiéndole mano, sobándola por todas partes y no podía dejar de gemir.

    Llegados a este punto ella finalizó el relato sumida en una infinita vergüenza. Yo no podía quitarme de la cabeza la imagen de los tres tíos montándoselo con ella, así que forcé la situación y seguí preguntando. Le dije que si ella los había incitado o si les había dijo que no. Me explicó que ella les dijo que parasen, que aquello no le hacía gracia, pero que cada vez que sentía una mano en su culo o en sus pechos se excitaba aún más, que su cabeza iba por un lado y su cuerpo por otro. El morbo de esta situación me excitó aún más, dentro de aquella chica tímida había una ninfómana buscando libertad.

    Me llevó a la silla de corte, por lo que ahora estábamos mucho más cerca del espejo y la podía ver mejor. Tras unos minutos de silencio le dije “perdona mi curiosidad pero… ¿después de todo disfrutaste?”. Ella volvió a ponerse como un tomate, por lo que no hizo falta respuesta alguna. Le dije que no pasaba nada malo que estaba bien probar cosas nuevas. Ella me dijo que lo que le preocupaba era que si fumaba no tenía ningún autocontrol y que cualquiera podía hacer lo que quería, mientras me hablaba intentaba concentrarme en su cara, aunque no conseguí evitar echar alguna ojeada a aquellos grandes senos. Mientras pensaba en sus pezones me sacó de mis pensamientos al decirme que ya había terminado, y es que entre tanta conversación ni me había fijado en el corte de pelo. No estaba mal, no tenía la pericia de su madre pero me veía bien.

    Le dije que lo había hecho muy bien y le pregunté que cuanto era, pero no me quiso cobrar. Cuando ya enfilaba hacia la puerta me giré y le dije que si quería que la esperase a que cerrase, ya que ya había anochecido. Algo dudosa, me dijo que sí, que se iba a cambiar y ya salía. Se metió en una puerta que había al fondo y me quedé esperándola.

    Estaba muy excitado, casi turbado por toda la conversación, y mi cabeza no dejaba de imaginar que ella estaba desnudándose detrás de aquella puerta. Como tardaba fui al baño que se encontraba detrás de un tabique a unos metros de la habitación donde ella se encontraba. Bajé mis pantalones y vi mi polla algo dura con la punta empapada por la excitación. Casi por inercia empecé a acariciarme pensando en la conversación, en la tienda de campaña, etc, y enseguida se me puso tiesa como un palo. Entonces comencé a escuchar cómo me llamaba. Cuando iba a decirle que estaba en el baño algo pasó por mi cabeza que enmudeció mi voz. Ella preguntó un par de veces y comencé a escuchar sus pasos por el local buscándome. Salí del baño despacio y me encontré con que estaba todo en penumbra. Vi su silueta a contraluz de la luminosidad de la farola de la calle e intuí que llevaba una falda muy corta y top muy ajustado ya que sus pechos parecía que iban a reventar la tela.

    Lentamente me acerqué, sigilosamente hasta situarme cerca de ella. Contenía mi respiración y sentía el corazón galopar violentamente bajo mi pecho. Ella estaba allí de pie, inmóvil como esperando que saliese de alguna parte. Pude verla mejor y estaba impresionante. Vestía una falda de tubo muy ajustada, elástica, que se pegaba a su piel, y un top de tiras muy escotado que mostraba ampliamente esos hermosos pechos.

    Entonces, en un rápido movimiento me abalancé sobre ella, haciéndola caer al suelo. Tapé su boca para que no gritara y con la otra mano subí su corta falda. Llevaba una tanga negro muy escotado, por lo que empecé a magrear su culo y a separar sus piernas. Ella se revolvía pero mi peso la aplastaba. Mi mano se abrió paso entre sus muslos y comencé a acariciar su rajita por encima del tanga. Ella balbuceaba con la boca tapada diciendo “¡No!, ¡para!”, pero sentía como la tela del tanga se metía entre sus labios y estos estaban ya húmedos. Froté su clítoris y sentí como su cuerpo reaccionaba, como su voluntad cedía y los esfuerzos por zafarse de mi peso eran menos intensos.

    Lentamente separé mi mano de su boca y, como esperaba, en lugar de gritar, suspiraba. Acaricié sus labios con mis dedos y ella empezó a chuparlos lascivamente. La otra mano se deslizó en su sexo y empecé a penetrarla con dos dedos. Estaba completamente mojada y mis dedos resbalaron en su interior con suma facilidad. Sus caderas comenzaron a moverse buscando sentirlos más adentro, estaba perdiendo el control.

    Le di la vuelta y vi en su rostro la misma excitación que su cuerpo demostraba. Acerqué mis labios a los suyos y los mordisqueé, descendiendo por su cuello hasta llegar hasta su escote. No llevaba sujetador bajo el top, y sus pezones se marcaban bajo la tela. Con los dientes liberé uno de sus pechos de la opresión de rojos, deleitándome con su intenso olor a deseo. Lo atrapaba con mis labios al tiempo que sentía los suyos aprisionar el tallo de mi pene como una ventosa. Su lengua, dentro de su boca, relamía mi glande, dándome un placer muy intenso. En compensación, sin dejar de lamer su hinchado clítoris, comencé a penetrarla con el peine. Parecía que no iba a caber, pero entró sin dificultad. Al sentirlo dentro de ella, se convulsionó se tragó todo mi rabo hasta los huevos. Era la primera vez que una chica conseguía metérsela toda porque la genética fue generosa conmigo en ese aspecto.

    Sentía su garganta en la punta de mi sexo y aquel calor me estaba poniendo muy cachondo. Empecé a penetrarla bruscamente con el cepillo, metiéndoselo hasta el fondo salvajemente. Sentía sus gemidos ahogados por la carne y su cadera moviéndose arriba y abajo al ritmo de mi muñeca. Con la mano libre agarré su trasero y deslicé mi dedo hasta la entrada de su ano, habiéndolo mojado previamente con los flujos que empapaban toda su entrepierna. Aumenté el ritmo de mi lengua y de mi muñeca, de forma que se quitó la polla de la boca para dejarse llevar por los gemidos. Estos se volvieron más intensos y en el momento en el que sentí como empezaba a correrse, introduje mi dedo en su ano lo que la hizo estallar en un grito desgarrador. Parecía poseída, sobresaltándose con espasmos mientras yo trataba de no parar pese al movimiento.

    Cuando dejó de gemir se quedó tendida en el suelo, respirando muy agitadamente. Me separé un poco, dejando el peine dentro de ella, y la observé. Tenía los ojos cerrados y su melena riza se extendía por la baldosa. Su boca estaba abierta y tenía los labios hinchados de la violencia de la mamada que me acaba de hacer. Su top estaba descolocado teniendo un pecho fuera y el otro viéndosele el pezón. Por último llevaba la falda a modo de cinturón, y los jirones de su ropa interior habían quedado a la altura de la rodilla. Su sexo estaba rojo e hinchado, palpitante, con aquel peine ensartado en él.

    Sin mediar palabra la agarré por el pelo y la hice darse la vuelta, ella balbuceó “más no, por favor”, pero hice caso omiso a su súplica, estaba demasiado caliente. La coloqué a cuatro patas y, tras lubricar su ojete con la punta de mi mango, empujé de golpe. Sólo conseguí meter la punta, pero sirvió para que ella despertase de su atontamiento con un alarido de dolor. Amarrándola por el pelo seguí sodomizándola, echando su cabeza hacia atrás, mientras la embestía. Mi polla a cada golpe de cadera se iba introduciendo más en su culo, mientras ella se encontraba inmersa en una mezcla de placer y dolor mordiéndose el labio entre intensos gritos.

    Solté su pelo y sostuve sus caderas con fuerza para penetrarla mejor. Podía sentir como la estrechez de su recto cedía a mis empujes, mientras observaba como ella se sostenía apoyando sus palmas abiertas sobre la fría baldosa. Veía sus pechos colgar y balancearse con cada penetración, lo que me incitó a echarme hacia adelante y agarrarlos con fuerza con ambas manos. En esa postura podía metérsela hasta el fondo y morder su cuello al mismo tiempo lo que hizo que aún jadease con más fuerza. Sentí como se corría varias veces mientras la enculaba, y ella se masturbaba con el peine, lo que me animaba a follármela aún con más violencia.

    Cuando sentí que no aguantaba más me separé de ella y la puse boca arriba. Me quedé quieto con el rabo muy tieso, a punto de estallar, observando como ella se seguía masturbando, se la hundí hasta los huevos y llené su culo de semen mientras ella estallaba en un genial orgasmo, saqué mi verga y miré su rostro.

    La expresión de su mirada recuperó la inocencia y la simpleza del principio y me quedé asombrado con la metamorfosis. Entonces, mientras se recolocaba el top y la falda (ambos manchados de semen), se acercó y me besó. Me miró fijamente y me dijo que había sido un cabrón clavando sus pupilas en las mías, para después sonreírme con picardía y decirme que no le importaría repetir.

    Desde entonces es ella quien me corta el pelo y yo le pago sin dinero, así salimos los dos ganando. Por eso siempre que voy pido cita para ir fuera de hora y ella me espera con las ropas más insinuantes que os podáis imaginar.

    Fuente: www. sexologas .com


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